Expresión o violencia




Estos días, a raíz de las violentas manifestaciones que se han producido tras la entrada en prisión del rapero Hasel, he estado leyendo sobre su historia y antecedentes, que desconocía por completo, y reflexionando bastante sobre el debate abierto (o que se debería abrir) sobre los límites de la libertad de expresión. 

Todo aquello que entendemos por expresión lingüística, es decir la manifestación tanto verbal como escrita de un pensamiento, aunque debe ser claramente defendida y protegida, creo que también puede ser utilizada como un arma de violencia, de apología, de discriminación, y de incitación. Por tanto, hay que tener mucho cuidado con ella y debe tener sus límites y sus deberes (no sólo sus derechos). He leído los artículos de los derechos humanos que hacen referencia a ella, y ya dejan de manifiesto que dicha libertad de expresión tiene que tener límites que deben ser legislados por los países. Creo, sin embargo, que aquí hay un gran trabajo por hacer. Parece claro que una letra de una canción, un chiste, o cualquier otra forma de expresión artística deben defenderse y no pueden ser motivo para perseguir ni condenar a nadie, salvo que se demostrase que se está haciendo con un ánimo de violencia real, de discriminación, o de incitación o apología a ello. Dicho esto, y más allá del texto de una canción, lo que he oído por boca del rapero Hasel (en videos y escritos suyos) no ofrece ninguna duda que es violencia explícita. Tenemos casos muy parecidos que vienen de la derecha (Trump hace muy poco, el reciente chat de un grupo de wasap de exmilitares,... ) y por supuesto de movimientos religiosos, de grupos políticos, de dirigentes, de periodistas y, también, incontables casos a diario de violencia de género que no vienen de golpes físicos sino de palabras. Por tanto, animo desde aquí a abrir mesas de trabajo para abordar este tema. Trabajar en defender la libertad de expresión pero garantizando que su fin nunca es violento, ni de discriminación, ni de odio, ni de incitación, ni de apología. Y poniendo especial foco en el uso que de la expresión lingüística realizan nuestras jerarquías de poder, no como vehículo de construcción y cohesión social, sino como arma invisible pero sistemática de manipulación y de odio, y que amplificada a través de los altavoces mediáticos que tienen a su servicio, son el germen de una violencia social latente, una violencia siempre contra el otro, contra el diferente, contra el que está en la parte inferior de la jerarquía. Y lo mismo en lo que respecta al derecho de manifestación, un derecho básico indiscutible que por desgracia muchos están utilizando sistemáticamente para la destrucción y la violencia. Igual que hay que pedir el respeto máximo a la policía y a las instituciones en el ejercicio del derecho de manifestación, este respeto tiene que ser recíproco, tanto con el mobiliario como con las propias fuerzas de seguridad (que no son más que seres humanos realizando su labor de permitir cualquier expresión de ideas de los ciudadanos de manera no violenta).


JAJ (Febrero 2021)



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