Reconstruyendo el modelo de trabajo

Desempleados esperando en una cola para recibir pan, Nueva York. George Grantham Bain. 1910. 


"Progress is imposible without change, and those who cannot
 change their minds cannot change anything". G. Bernard Shaw 

"Las personas que están lo suficientemente locas para
 cambiar el mundo son las que lo consiguen". Steve Jobs




  • 1 de cada 4 personas en nuestro país en edad de trabajar no encuentra trabajo. Más de 4,5 millones de ciudadanos. Ellos son los afectados directos. Sus familias, los indirectos.
  • 1 de cada 2 jóvenes menores de 25 años no tiene trabajo.
  • 1 de cada 4 niños en España vive en riesgo de pobreza infantil (un 27,50% exactamente, según datos de UNICEF).
  • El 80% de las personas que tiene un trabajo dicen no disfrutar de la actividad que hacen o se sienten desmotivadas en el desarrollo de la misma.

¿Cuáles son las razones de esta situación que se está dando no solo en España sino en una gran parte de los países que se autocalifican como los más avanzados del mundo? Si nos atuviéramos a lo que escuchamos cada mañana por boca de nuestros gobernantes y de una inmensa mayoría de comentaristas, sabelotodos, tertulianos y opinólogos, una sola: "la crisis económica". Una supuesta crisis que no sólo ha producido las escalofriantes cifras que acabo de citar sino que nos depara una perspectiva de futuro desoladora: en los próximos 10 años, la tasas de paro nunca van a bajar en nuestro país, en España, del 20% (datos de la OIT, Organización Internacional del Trabajo).

Pero ¿qué es en realidad todo esto?, me pregunto yo en este artículo. ¿Qué se encierra realmente detrás de la palabra "crisis económica"? Y, sobre todo, lo más importante, ¿qué se oculta detrás de la palabra economía y cuál es su relación con el modelo de trabajo? Y al lanzar estas preguntas al aire no pretendo recuperar su definición técnica, ni repetir la liturgia del discurso macroeconómico que escuchamos a diario, sino revelar directamente la narrativa que está escondida detrás. Piensen por un momento, para que todos entiendan a lo que me refiero con la palabra narrativa, que muchas realidades que hemos dado por sentadas en nuestras vidas no son más que ficciones que todos nos hemos creído en algún momento, ficciones que por interés de unos pocos, o por ignorancia de la mayoría, nos mantienen anclados  a espejismos que, en este caso concreto, resultan tremendamente destructivos para la mayoría de los ciudadanos, y que por tanto, por un puro sentido ético, tenemos la obligación de denunciar y superar. Hace no muchos siglos, por poner algún ejemplo concreto, la mayoría de los seres humanos creían que la tierra era plana, que el sol giraba alrededor de la tierra, que el océano Atlántico marcaba el confín occidental de nuestra mundo (sin cabida para ninguna América posible), que el hombre había aparecido de repente en el planeta, y que la mujer era un ser inferior, sin apenas otro derecho que el de traer hijos al mundo. Este tipo de "irrealidades" aceptadas por la mayoría en determinados instantes de la historia es a lo que llamo narrativas.

En una de las escenas finales de "Django desencadenado", el largometraje estrenado hace un año por Quentin Tarantino, su perverso protagonista intentaba, con un calavera en la mano, dar una explicación antropomórfica de por qué una gran plantación de algodón formada por decenas de esclavos, muchos de ellos extraordinariamente fuertes, eran incapaces de cuestionar las condiciones completamente injustas e inhumanas que imponían sus amos blancos, no más que un puñado de personas en evidente minoría e inferioridad física. La "tarantiniana" explicación que se daba allí, como la propia película, no dejaba de ser surrealista y excesiva pero ponía sobre la mesa, sin embargo, una realidad que por increíble que parezca sigue estando muy presente en nuestros días: la aceptación absolutamente completa por parte de una gran mayoría de la población del trabajo como actividad conceptualmente opresiva de nuestras vidas y, lo que es peor, y este es el núcleo central de toda mi exposición, la falta de cuestionamiento sobre el estatus y la concepción del trabajo en el modelo productivo actual de nuestras sociedades, y también la falta de cuestionamiento de lo que se ha etiquetado como anverso o polo opuesto del trabajo, esto es, del Paro.

Pero vayamos poco a poco, y hagámoslo, para facilitar la comprensión de todos, en orden inverso al temporal. Me ocuparé por ello en primer lugar de la gran mentira de la palabra crisis, para a continuación explicar la narrativa del modelo económico y su interrelación directa con el modelo de trabajo, un modelo enormemente degradante para todos que tenemos la obligación de replantearnos por completo.

Sé que muchas de las cosas que leerán a continuación sonarán rarísimas para aquellos que viven instalados en la comodidad del discurso oficial. Sé también que algunas de las propuestas parecerán de ciencia ficción para las mentes más conservadores cuando, ¡de verdad!, no lo son. Solo hay que atreverse a llevarlas a cabo. América siempre había estado ahí, a nuestro lado, al otro lado, esperando tan solo a que alguien diese el primer paso. Eso sí, en este caso para hacerlo se necesita una verdadera voluntad social de cambio, de apostar por enterrar un modelo insolidario y discriminatorio, por sacar a la luz la verdad de sus injusticias, y por defender un nuevo concepto de realización de la persona y de la colectividad. Esto no va de que los demás hagan las cosas por uno. De líderes mesiánicos, de protectores, de iluminados. Esto va de comprender que otro mundo es posible, un mundo mucho más justo y humano, un mundo más sostenible, más enriquecedor. Un mundo no al servicio de unos pocos sino un mundo de todos y para todos: construido por todos, protagonizado por todos, impulsado por todos. Un mundo donde el trabajo entendido como capacidad creadora y autocreante pase a ser uno de nuestros mayores derechos universales.

Comencemos pues. ¿Qué hay detrás de la palabra crisis?

De acuerdo a la narrativa oficial detrás este término existen muchas cosas, algunas de las más citadas las siguientes: una gran burbuja inmobiliaria, también una burbuja financiera, un enorme sobreendeudamiento privado, un modelo laboral poco flexible, una importante falta de competitividad, un "preocupante" envejecimiento de la población, una considerable reducción de la población activa, un elevado coste del sistema de bienestar social, etc, etc...

Abran los ojos por favor. Todo eso es una gran mentira, no porque no haya argumentos para decir que todo eso se da, sino porque nada de eso son las causas reales de la crisis. Estos son solo efectos colaterales de las verdaderas razones, por supuesto encubiertas, para seguir manteniendo la falaz narrativa de todo el modelo. Estoy seguro, eso sí, que una gran mayoría de las personas que encubren esta narrativa no son ni siquiera conscientes de la misma, al menos en todas sus dimensiones, pero de lo que sí son conscientes, y por eso no se les puede quitar ni un ápice de responsabilidad, es del beneficio personal que dicho modelo (comprensible o no por sus cabezas) les está proporcionando a costa de los demás. Es decir, saben que se están beneficiando egoistamente del mismo, aunque muchos de ellos, probablemente ignoren su naturaleza más profunda e incluso el daño extremo que causa su defensa, su mantenimiento y su pervivencia. Es importante ser consciente que muchos de los gobernantes que han estado al frente de las estructuras de poder más importantes de nuestros países no solo no son las personas más preparadas para ocupar esos puestos sino, sobre todo, no son las personas más honestas para estar ahí. La ignorancia siempre podría ser perdonada, ¡claro! La deshonestidad en ningún caso.

Pero vayamos al grano. Comencemos desmontando la gran ficción de la crisis, y explicando sus principales razones. Estas son. Me limito a mencionar solo las más importantes, aquellas que por su volumen cuantitativo, nos han llevado a esta situación:

  1. Desfalco público generalizado, es decir apropiación directa o indirecta del dinero público de todos los ciudadanos (y por tanto del esfuerzo generado por su trabajo), dinero que en una gran parte acaba siendo administrado públicamente tras una recaudación previa a través de los distintos tipos de impuestos del Estado. La mayor parte de este dinero sufre además dos tipos de sustracciones ilegales, la primera una sustracción directa de evidente carácter delictivo, pero hay además una segunda sustracción que se da en la mayoría de los casos, y que sucede cuando el dinero pasa a ser escondido y evadido fuera del país, por lo que éste nunca acaba siento redistribuido en el lugar donde se produjo la apropiación del mismo, ni vía impuestos (al desaparecer), ni vía consumo (por la misma razón).
  2. Desfalco privado en grandes empresas privadas amparadas por el poder público. Me refiero, por poner solo ejemplo, a un gran número de Bancos, Cajas de Ahorros y entidades financieras muchas de las cuales se han ido a la quiebra, obligando a su rescate económico por parte de todos los ciudadanos. En casi todos los casos, esta situación se ha producido tras manifiestas irregularidades de gestión, irregularidades además de carácter delictivo que han sido llevadas a cabo por parte de sus directivos o consejeros (muchos de los cuales eran representantes de los partidos que gobernaban o incluso exgobernantes o representantes sindicales de todo los trabajadores).
  3. Gestión inmoral y delictiva de los bienes públicos existentes. A diferencia de los dos anteriores, aquí no se hace una apropiación o desvío de dinero directamente sino que se especula con otros tipo de bienes de carácter público. Por ejemplo, el caso más dañino ha sido la feroz especulación urbanística del suelo por parte de los gobiernos municipales, que utilizaron este bien universal que nos pertenece a todos para traficar con él a cambio de suculentas comisiones o de beneficiar a empresas "amigas" de las que luego en algún momento recibían el correspondiente "copago", y que llevó a la generación de una burbuja inmobiliaria sin precedentes. Como podrán entender ahora, la burbuja inmobiliaria no es una razón de la crisis, sino una causa de la verdadera razón (que es la gestión delictiva de bienes públicos universales como es el suelo y la vivienda, con los que nunca nadie debería haber podido traficar, y que además deben ser derechos universales del individuo, no métodos de financiar patrimonios personales indecentes de personas deshonestas).
  4. Y por último y sobre todo, la más grave de ellas por lo que supone no solo de ruina del presente sino de absoluta hipoteca del futuro: gestión delictiva de los bienes públicos inexistentes. A diferencia del punto 1 y 3, donde lo que se ha desfalcado es el suelo o el dinero líquido que nos pertenecía a todos los ciudadanos, dinero recaudado a través de los distintos impuestos que todos nosotros pagamos cada día casi ya sin darnos cuenta (en cada compra que hacemos, en cada nómina, y también, por supuesto, en cada declaración periódica de los distintos tipos de gravámenes del estado), lo que aquí me refiero es al dinero futuro, es decir, al dinero esperado pero inexistente hoy que las Instituciones de Poder del estado, vía cualquier tipo de financiación, esto es, vía cualquier tipo de endeudamiento general, han gastado inmoralmente en obras, actividades  y contratos no justificables, una gran mayoría de ellos promovidos por oscuros intereses de carácter delictivo, que lleva a una situación inasumible para la gran mayoría de los estados en crisis. Este último punto es especialmente  grave porque a diferencia de los tres primeros hunde por completo la capacidad económica futura de  un país. El primer punto agota el dinero líquido de un estado (es decir sus ganancias y ahorros). Este último compromete sus ganancias futuras, asumiendo que seamos incluso capaces de generarlas. Este es el problema que acucia a la inmensa mayoría de los países occidentales: los más débiles (Grecia, Portugal, España,...) pero también muchos de los más fuertes. Detrás de este problema existe además un tema de usura internacional que se ejerce siempre por parte de los lobbies económicos más fuertes hacia los más débiles, usura que acaba siendo pagada no por los responsables de la crisis sino por los habitantes más desfavorecidos de dichos países.
Me limito a dar estas 4 grandes razones sabiendo por supuesto que hay bastantes más, aunque de mucha menor importancia. Creo que ninguna persona de bien, después de leerlas, podrá negar su importancia y su gravedad, y sin embargo, nunca he visto a ningún gobierno, en ninguno de los países afectados por la crisis, reconocerlas aún. Lo que sí he visto, de manera permanente, es la ocultación y silenciamiento continuo de cualquier dato que apunte en cualquiera de estas direcciones.

Cierro aquí, sin embargo, el espacio que quería dedicar a la narrativa relacionada con la "crisis" por no ser más que la punta del iceberg de todo el problema, y me introduzco de lleno en la gran narrativa del modelo económico y, por tanto (por su relación directa entre ambas), en la narrativa infinitamente destructiva del modelo de trabajo. Esta es la realidad o al menos parte de la realidad (espero que también la puedan comprender y compartir).

Todo modelo de cualquier Estado actual es un modelo productivo y por tanto un modelo de trabajo. Se trata de producir cosas, ni más ni menos. Ni siquiera, en muchos casos, como explicaré a continuación, importa que lo que se produzca sean cosas útiles o básicas, sino que simplemente se trataría de producir bienes que pudieran ser comprados y vendidos por las personas. Para que lo entiendan, una vacuna que salve a toda la humanidad pudiera no ser un bien a producir si la enfermedad como tal no afectase a la clase poderosa ni a la consumidora, o si la fabricación de dicha vacuna no se pudiese pagar (porque los potenciales afectados fuesen pobres por ejemplo). En cambio un arma con una capacidad destructiva suficiente para aniquilar a toda la humanidad sí que sería un bien a producir si encontrase la suficiente demanda que justificase su rentabilidad económica y por tanto su fabricación. Lo mismo la ropa (la ropa en las sociedades más avanzadas son bienes hiperproducidos, cuanta más tenemos más se produce, no es un bien "básico" pero lo hemos convertido en básico induciendo a la gente a pensar que una determinada prenda no se puede poner pasado un determinado tiempo, por ejemplo, 3 meses; lo mismo está ocurriendo con otros muchos objetos de consumo tipo televisores, relojes, joyas,...)

Por tanto todo modelo económico actual es un modelo productivo, y todo modelo productivo es un modelo de trabajo, pero ¿qué tipo de trabajo? ¿Cuál es la verdad que se esconde detrás de esta gran narrativa?

Vayamos poco a poco y para facilitar la comprensión de todo la argumentación  empecemos hablando de dos paradojas que se dan sistemáticamente en casi todas las naciones que se consideran desarrolladas (esto incluye básicamente Estados Unidos y Canadá, parte de América Latina, una gran parte de Europa y unos cuantos países asiáticos):
  • La primera de las paradojas tiene que ver con el gigantesco capital económico que poseen estos países (más que gigantesco yo hablaría de desorbitado). Por capital económico me refiero al número de edificios, de viviendas, de carreteras, de hospitales, de escuelas, de cines, de teatros, de aviones, de barcos, así como de todo tipo de bienes de consumo: coches, ordenadores, televisores, teléfonos, prendas de ropa, libros, comida. Por supuesto también de dinero líquido de sus ciudadanos (y aquí por supuesto incluyo tanto el dinero limpio declarado y guardado en entidades financieras transparentes como también el dinero no declarado y escondido ilegalmente en paraísos fiscales). Y sin embargo, y esta es la primera de las dos grandes paradojas, muchos de sus habitantes sufren directamente la pobreza, están al borde de la misma, o pasan muchas dificultades para afrontar los gastos más básicos que todos deberíamos considerar universales (vivienda, alimentación, educación y sanidad). Y lo que es todavía peor, un porcentaje nada desdeñable del resto de personas (es decir, de aquellos que hubiesen cubierto ya esas cuatro necesidades básicas) también responderían que su situación económica no es en absoluto buena por encontrar una limitación real para acceder a alguna de las cosas que dicha sociedad tiene en abundancia y cuya necesidad más o menos ficticia (provocada en muchos casos por un marketing extremadamente agresivo) provoca la creencia (en realidad la "percepción") de una existencia no exactamente miserable pero sí cercana a la pobreza. 
  • La otra gran paradoja es la relacionada con la formación académica también desorbitada de la inmensa mayoría de los habitantes de estas sociedades. ¡Cuánta más formación más Paro! Por formación académica desorbitada me refiero no a la brillantez pedagógica de dicha formación, pero sí a la descomunal cantidad de horas y de conocimientos enseñados a sus habitantes y por tanto cualificadores para el desempeño de la mayoría de los trabajos que se nos ocurran. Y aún así, ahora mismo, muchas de esas sociedades, la española entre ellas, y además de manera tristemente destacada, el nivel de gente que no puede desempeñar un trabajo remunerado por más que lo desee es asombrosamente gigantesco. 
En resumen, dos grandes paradojas: demasiada pobreza en sitios donde los recursos de capital son gigantescos, y una tasa enorme de "Parados" en sociedades donde la cualificación de las personas es desorbitada. ¿Es extraño? ¿No les parece? Y sin embargo, más allá de la lamentación y preocupación generalizada, ¿están los ciudadanos cuestionando la raíz de estos dos problemas?, ¿se lo plantean siquiera?

En lo que queda de artículo escribiré el término Paro siempre en mayúsculas porque quiero hacer hincapié en el constructo irreal de su propia esencia, para a continuación desvelar, en su sentido más etimológico posible ("quitar el velo", "descubrir") la falaz narrativa construida para explicarlo y, sobre todo, para articularlo y apuntalarlo. Y todo ello, no lo pierdan de vista, no con la idea de deconstruir intelectualmente un sistema como este (sistema completamente extendido por el mundo), sino con el propósito de plantear las bases sobre las que construir una sociedad mucho más humana.

Comencemos haciéndonos una primera pregunta: ¿Qué es el Paro realmente?¿Podemos afirmar que el Paro es lo contrario del Trabajo?

Lo primero que voy a decir, por mucho que sorprenda a la mayoría, es que la dualidad Trabajo-Paro es una dualidad casi tan falsa como otras muchas dualidades (por ejemplo la dualidad Hombre-Mujer, o la dualidad Capitalismo-Comunismo, o la dualidad Izquierda-Derecha). Este tipo de dualidades seguramente responda a la simplificación conceptual de nuestra capacidad racional o, si se quiere, a la propia naturaleza dialéctica que tiene nuestra forma de comprender el mundo. Es como si además del Espacio y del Tiempo que Kant señaló como preconstitutivos de ese ente que entiende, existiera también la predisposición humana de "dualizar" el mundo que nos rodea.

Pero, ¿son beneficiosas las concepciones duales mencionadas anteriormente? En absoluto. En algunos casos son profundamente dañinas. En el afán o la necesidad clasificatoria del ser humano que explicaba arriba, haber llevado a categorizar conceptos como esos a los polos opuestos de un supuesto abanico de posibilidades, conceptos que son casi lo mismo, o como mucho variantes de los mismo, ha causado un tremendo daño que todavía hoy en día sigue sin superarse. Piensen tan solo en la dualidad Hombre-Mujer, plantéese su "razón de ser" y reflexiónese sobre la posición a la que ha llevado a lo largo de la historia a todo el género femenino en nuestro planeta.

¿Qué es por tanto la dualización y qué fin estaría persiguiendo? La dualización es una mera clasificación de puntos de vista confrontados, que debido a esa confrontación acaba generando falsos opuestos que se colocan  en los extremos de un abanico de opciones. Pero en numerosas ocasiones lo que son antagónicos son los puntos de vista, no los conceptos. ¿Es acaso la izquierda lo contrario de la derecha?, les pregunto yo (y no hablo ahora en términos políticos ni ideológicos, o no solamente), ¿o no son más que espacios similares, colindantes además, a los que etiquetamos de una determinada manera solo para identificarlos, identificación que aún por encima depende, como casi todo en esta vida, del sistema de referencia en el que nos encontremos.

Pero pasemos directamente a las dualidades relativas a todo lo relacionado con el mundo del trabajo, analizando en primer lugar una de las controversias políticas más extendida que, después de muchos siglos, sigue todavía sin superarse y que es una de las razones fundamentales que nos impide avanzar en otras direcciones: la falsa dualidad Capitalismo-Comunismo.

¿Qué tienen en común Capitalismo y Comunismo?¿Cuáles son las razones por las que afirmo que no son duales? En términos prácticos (es decir, tomando como base los ejemplo reales que existen o han existido en el planeta) ambos son sistemas de poder que comparten algunos de sus principales y más degradantes principios: el poder está en manos de unos pocos y ambos cercenan la libertad del individuo. ¿Cómo lo hace cada uno?
  • El comunismo lo hace porque cercena la individualidad, la diferenciación,  y por tanto la autonomía. Impide cualquier tipo de libertad, tanto de pensamiento como de acción, amparándose en mantener una uniformidad que es no natural ni deseable. Y lo lleva a cabo ejerciendo el poder dictatorialmente en base a un supuesto fin justo, que lo lleva a extremos opresores gravísimos.
  • El capitalismo lo hace porque pone barreras a quien no dispone del capital y además porque limita y condiciona la forma de acceder al mercado de Trabajo  e incluso la forma en la que se sale de él (por Trabajo con mayúsculas me refiero al trabajo remunerado económicamente, es decir, el acceso al mercado de Capital). Igual que en el comunismo, en los sistemas capitalistas el poder acaba sido ejercido en beneficio de unos pocos, en este caso de los dueños del Capital, que están detrás de todo ese entramado político-gubernativo en que se sustenta la invisible telaraña de la mayoría de los sistemas actuales. A diferencia de los países comunistas donde el poder está en manos de los miembros del gobierno, que acaba controlando los poderes legislativo, judicial y militar, e imponiendo arbitrariamente las ideas de sus máximos representantes, aquí, en el capitalismo, el poder está compartido entre el gobierno y los grandes lobbies económicos, que por evidente interés propio nunca son fácilmente reconocibles
Analicemos ahora la paradoja Trabajo/Paro y también la sorprendente diferenciación entre trabajo en minúsculas (realización de una actividad creativa para beneficio de otro no remunerada económicamente) y Trabajo en mayúsculas (ocupación de un puesto remunerado, ya sea dicho puesto realmente productivo o no: como ejemplo de esto último piensen en la contratación de personas de gran poder e influencia en consejos de administración de las grandes corporaciones que sin realizar ningún trabajo productivo, cobran por guardar silencio o por permitir tratos de favor, en ambos casos de manera claramente delictiva).

Por ejemplo, trabajo es cuidar a tus hijos, alimentarlos, vestirlos, darle de comer a tus amigos, ayudar a tus vecinos en su mudanza, construir algo para la comunidad altruistamente, componer una canción, servir la mesa en un comedor social, colaborar en una ONG. Pero sin embargo ninguno de estos ejemplos se acaba considerando Trabajo en tanto en cuanto no permiten obtener una contraprestación económica, es decir, no permiten obtener Capital. Un parado puede estar haciendo todo eso diariamente, dedicando las 24 horas del día a ello sin descanso, y sin embargo, para la sociedad, para el modelo, es un un hombre "parado", un hombre "que no tiene ni realiza un trabajo", un hombre "que no produce". Y por contra, existen asesores y consejeros de administración de grandes empresas que nunca han hecho ninguna labor para la misma, que nunca han tenido un cometido que implique el desarrollo de una actividad física o mental, y que sin embargo obtienen retribuciones económicas deshonrosas por algo que desde luego no podemos consentir llamarle trabajo. Esto es parte de lo que llamo la falsa dualidad Trabajo-Paro.

¿Cuál es hoy día uno de los principales productos de muchas sociedades productivas? Paradójicamente el Paro. Es decir, la producción de gente que se excluye del mercado de capital.

¿Cuál es el fin de producir Paro? El Paro es un subproducto. Nadie va a decir "yo soy un fabricante de Paro". El fin es mantener el margen de capital entre trabajador y empresario (entendido como dueño del capital). En la medida en que las retribuciones al empresario son menores por cuestiones de todo tipo, se alienta la producción de Paro. El mercado Capitalista no piensa en la gente. Piensa en los dueños de Capital. Cuando se escucha que el Capitalismo da libertad, en realidad  se está mintiendo. Se admita o no, en el Capitalismo solo es libre el que dispone de Capital (ya sea porque dispone de él o porque lo consigue de alguna manera).

¿Es el Trabajo un bien para el individuo en el mercado capitalista? Por supuesto que no. Y esta es otra de las grandes paradojas del propio sistema. Solo para aquellos que han conseguido vivir haciendo lo que les gusta  y por tanto realizar su esfuerzo creador en las cosas que desean, el Trabajo tiene una recompensa en sí mismo, en su propia realización. Pero esto no ocurre a más de un 20% de la población en los países "avanzados", de acuerdo a numerosos estudios al respecto.

¿Y el Paro, qué es el Paro desde un punto de vista hermenéutico en las sociedades capitalistas? El Paro es un modo de controlar al individuo, de cercenar su libertad impidiéndole vivir de la realización de su trabajo. El Paro es una forma de decir tu trabajo o tu capacidad de trabajo no será considerada como Trabajo mientras alguien no tenga a bien ofrecer una remuneración por ello.

¿Es libre el individuo a la hora de elegir un Trabajo? En absoluto, el Trabajo en mayúsculas, es decir, el trabajo remunerado, está limitado y en la mayoría de los casos no es accesible para cualquiera. Alguien que quiera trabajar puede no poder hacerlo: ya sea por falta de estudios, falta de plazas, etc.

¿Y los sistemas de protección contra el desempleo, es decir la contraprestación económica que dan los gobiernos a las persona en Paro? Este tipo de sistemas donde se da una ayuda a alguien por no hacer nada, es una especie de guiño al mantenimiento de un sistema de privilegiados, es una especie de guiño a las estructuras de poder del sistema. El trabajo tiene que ser considerado un derecho humano de primer nivel, toda persona tiene el deber y el derecho (y no solamente el derecho, no nos engañemos) de colaborar activamente en la construcción de su comunidad, pero a cambio deben tener también el derecho de recibir una contraprestación económica por ello.

Entonces, resumiendo:
  • Las sociedades actuales se articulan en base a sistemas productivos muy regulados, tanto que existen sectores donde sería imposible trabajar por existir monopolios, normativas o leyes que lo impedirían.
  • Los grandes monopolios (y en muchos casos el Estado está actuando también como uno de ellos o al menos colaborando con los mismos) deciden qué se produce, quién lo produce y cuánto se paga por el producto. El coste real de producción deja de ser una variable real del precio de las cosas, lo mismo que la calidad (así por ejemplo nace la obsolescencia programada, o la producción masiva de productos de bajísima calidad: frutas, hortalizas, etc.). 
  • La vocación de las personas también queda enterrada en los albores de la etapa educativa. Toda la política educativa está orientada a una formación hipercompetitiva de unidades de producción/consumo. La formación de la persona en valores, en pensamiento lateral y crítico, en el redescubrimiento en cada una de ellas de sus intereses y aptitudes, queda completamente fuera del ámbito educativo.
  • Bajo los hilos del poder económico, el Estado se encarga de mantener el "establishment" económico descrito, esa telaraña invisible que enlaza las jerarquías de poder económico con las jerarquías de poder gubernativo, judicial y militar. El estado impide el acceso al capital en el Capitalismo, se olvida la formación de élite para los que quieren ser expertos o científicos y se mantiene un sistema de dádivas llamado sistema de ayuda al desempleo o "Paro" para mantener en un estado vegetativo a 1 de cada 4 personas de nuestra población. En el caso de los estados comunistas, la libertad del individuo se cercena en todos los ámbitos, empezando por la del pensamiento y la opinión y terminando por la económica. A cambio se vende una igualdad y una superprotección, que además de ser falsas son autodestructivas. Es como si pretendiésemos que todo el reino animal se comportase como una sola de sus especies (las gallinas, por ejemplo).
  • En los momentos de crisis donde los márgenes de todos bajan, reduciéndose las ganancias de las empresas, el Estado articula y patrocina el incremento de Paro mediante medidas eufemísticas llamadas Reformas del Mercado Laboral. En las mismas siempre se concede la potestad de despedir a gente o incluso de reducir los salarios, sin ser consciente que las reducciones salariales de la población acaban causando un decremento de la actividad comercial y por tanto de la reactivación de su propio modelo económico.
  • A la vez se cierran las fronteras para minimizar cualquier impacto en la clase poderosa, mirando para otro lado a los más desfavorecidos del mundo.
Estos son algunas de las realidades que hay detrás de la gran narrativa que sostiene todo el modelo económico y de trabajo, una narrativa que obviamente se construye a sí misma poco a poco, con el paso del tiempo. No es un big bang surgido un determinado día de nuestro marco histórico. Evidentemente que no. Y por eso cuando uno estudia o lee un poco sobre economía uno puede estar de acuerdo con múltiples conceptos básicos, incluso con modelos teóricos muy distintos. Ese no es el problema. El problema es que la realidad, en cuanto se hace compleja, ya no se parece en nada al modelo, y aunque esto es algo asumible por cualquiera (es decir, la imposibilidad de modelar con precisión la realidad), el problema surge cuando utilizamos modelos teóricos y matemáticos para dar respuesta a una falsedad. Es decir, para que comprendan lo que quiero decir, uno puede montar un modelo matemático que explique a la perfección el movimiento del sol alrededor de la tierra. El problema es cuando empezamos a conocer más del espacio, es decir cuando añadimos complejidad al modelo, entonces descubrimos que el modelo no sirve. En la misma medida ocurre con muchas decisiones sobre variables macroeconómicas que se consideran palabra de Dios dentro del modelo general. Por poner un ejemplo, estamos cansados de escuchar que es perjudicial un proceso deflaccionario en el modelo económico actual, y esto es tremendamente ridículo además de injusto. Como no va a ser normal, yo diría imparable, un proceso deflaccionario en una sociedad empobrecida, sumida en un paro profundo y con unas reformas laborales que permiten abaratar los salarios. Pero todo esto se dice porque utilizamos modelos macroeconómicos ideales que no tienen en cuenta al individuo y a la realidad en su totalidad, sino al modelo, a la narrativa. 

Es obvio que el modelo en algún momento tuvo que tener como principio genésico la producción de bienes básicos de consumo y supervivencia. Yo fabrico pan para comer, busco agua para beber, confecciono ropa para vestirme, construyo un techo para cobijarme, etc. Este es el tipo de comienzo que uno imagina y que sería loable si esos objetivos fuesen mantenidos en el tiempo y compartidos por todos: si vestirse, beber, comer y tener un techo fuese el bien universal mínimo a garantizar por parte de todos y para todos. A continuación el derecho a la educación, a la sanidad, a la justicia, al pensamiento, al arte, al deporte, al ocio. El Trabajo del ser humano debería estar basado en esto, en una aportación variada a la consecución de todo eso por parte de toda la comunidad y a la vez un desarrollo del ser interior que todos llevamos dentro. No se trataría de satisfacer nuestra propia necesidad sino la de todos porque satisfaciendo la de todos tendríamos garantizada también la nuestra propia. Cualquier medida para reconstruir el modelo debería tener presente siempre este principio básico.

Aunque algunas de las ideas de cambio han quedado descritas ya (al menos implícitamente) en la explicación hecha de la narrativa que conforma todo el modelo, haré a continuación un listado de las que yo considero más importantes. En cualquier caso, como puse de manifiesto al principio del artículo estas ideas no pretenden ser más que las primeras piedras sobre las que pensar y comenzar a reconstruir todo el modelo. Recojan por favor solo aquello que les inspire, aquello que sugiera en sus cabezas alguna mejora en la vida profesional y personal de todos. Piensen por favor como colectivo, entierren ese ego destructivo que nos tiraniza a todos, y a continuación propongan dichos cambios y defiéndanlos en sus diferentes ámbitos de actuación.

Recuerden que no habrá modelo nuevo si en él no se involucra y participa toda la ciudadanía, si en él no se sienten todos igual de importantes.

Estas son algunas de las ideas para reconstruir por completo el modelo:

  1. Cambiar el formato, la jornada y el sistema horario de trabajo para hacerlo más realizador para el ser humano. El trabajo debe ser integrador y no esclavizador. Esta es la máxima número uno. El trabajo debe tener además tres componentes: una de colaboración, otra de realización personal, y otra de armonización con nuestro mundo interior y exterior. Estas tres vertientes se pueden llevar a cabo en paralelo o por separado. Pero para ello se tiene que reinventar el concepto de semana laboral (incluso el de semana), permitiendo así jornadas que compatibilicen la vida personal, la profesional y la social. Por poner un ejemplo, jornadas de 7 horas continuas, con 1 día libre más a la semana (de lunes a viernes),  y dedicando 2 de los días laborales del mes no a nuestro trabajo habitual sino a trabajar en obras sociales para toda la comunidad. 
  2. Reconstruir todo el modelo de protección al desempleo, es decir todo el modelo conocido como Paro. El estado debe garantizar el acceso al trabajo y no el acceso al sistema de dádivas actual que solo consigue mantener un sistema de gente parada en un modelo de trabajo sin crecimiento. Esto es un despropósito, un despropósito que solo conduce a la depresión del individuo y al mantenimiento de una élite que es la que posee el capital o la que posee el trabajo remunerado. Hay que dar trabajo por tanto a los ciudadanos, no dádivas para tenerlos sin trabajar. Dicho trabajo debe perseguir dos propósitos: hacer sentir bien a las personas y ayudar a superar las necesidades colectivas más apremiantes. En definitiva, un nuevo modelo. Por poner un ejemplo, en la actualidad se deberían convocar plazas masivas para recuperar el dinero desfalcado. Convocar para ello plazas de magistrados, de fiscales, de policía judicial, de policía informática, de administrativos y de todo tipo de funciones dedicadas a la persecución de la corrupción generalizada de las estructuras de poder del estado y de las entidades privadas que siguen estando amparadas por el mismo (entidades financieras, bancos, etc.). Estas plazas tendrían dotaciones que saldrían del modelo de desempleo actual más el dinero que se iría recuperando. Las plazas podrían ser a tiempo parcial o completo en función de la disponibilidad presupuestaria y para que abarcase al mayor número de desempleados posibles. A las plazas optarían desempleados y el pago por hora sería el que todos decidiésemos que fuera un pago justo. Dicho pago justo sería también el que marcase los sueldos de nuestros servidores públicos: alcaldes, concejales, etc.
  3. Las plazas anteriores son solo un tipo de plazas de las que el estado debería sacar. Habría muchas otros. Plazas de sanidad, educación, construcción social, administración, sostenibilidad, cooperación internacional, etc. Todo parado debería cooperar parte de su tiempo de forma remunerada en este tipo de labores identificadas de importancia y de primera necesidad. Esto formaría parte de toda una reforma universal del empleo público, necesaria para impedir que sea un caldo de cultivo de gente sin interés por el trabajo o simplemente que busque el acomodo retributivo, en lugar de la realización personal. Habría dos tipos de empleo público: plazas fijas (como en la actualidad, solo que con los matices que comentaremos en los puntos 9 y 10 para evitar los vicios del sistema actual) y plazas para garantizar el derecho al trabajo de quien no consigue un trabajo remunerado. Tanto unas como otras tendrían que estar retribuidas con igualdad de justicia. 
  4. El estado debe acabar con el negocio de la primera vivienda, que debe ser un derecho básico universal al que todos tienen derecho a acceder en una condiciones justas y no opresivas como en la actualidad. 
  5. El estado debe acabar con los lugares del delito económico. Acabar con los paraísos fiscales y con todo el dinero oculto ahí, poniéndolo de nuevo al servicio de toda la humanidad. Cada estado es corresponsable de esto y tienen que caminar hacia un modelo conjunto que respete los principios de una justicia universal.
  6. En el terreno penal, no solo hay que juzgar el robo y la apropiación indebida del dinero de todos los ciudadanos sino también la gestión delictiva que se ha llevado a cabo de manera reiterada, e implantar para ello, como castigo al delincuente el resarcimiento por un lado del dinero apropiado, la pena por el delito y la posterior reinserción pública a través del trabajo social. Así todos los inculpados, después de cumplir su condena, deberían reinsertarse en la sociedad trabajando en labores humanitarias que les hagan comprender la gravedad de su delito: atención de comedores sociales, asilos de mendigos, construcción de viviendas para los sin techo, auxilio sanitario a los sin papeles, etc.
  7. En la gestión pública debe exigirse avales privados de los gestores que financian obras públicas. Todo gestor público que financie una obra, junto con el consejo que la apruebe debe avalar de manera privada la misma (con su propio patrimonio), igual que hacen los ciudadanos particulares en la financiación de cualquier obra particular. Así se evitarán escandalosas quiebras del estado o de entidades privadas mientras sus máximos responsables salen con todo tipo de premios y gratificaciones, acumulando patrimonios deshonrosos. En obras excepcionales de gran calado social y gran envergadura, la decisión debería ser tomada por voto ciudadano con el consiguiente aval privado de los votantes, no solo de los gestores. Todas las estructuras del estado que manejan un presupuesto deben atenerse a dicho presupuesto y controlar al máximo, con medidas como las que acabo de describir, cualquier tipo de endeudamiento suicida. 
  8. El estado debe impulsar la labor científica y la investigación y desarrollo, absolutamente olvidada en países como el español donde los servicios y el empleo público tradicional (funcionariado) son la casi única salida de todo el talento formativo de las generaciones jóvenes.
  9. Se debe reformar todo el sistema de funcionariado, tanto el acceso al mismo, como la movilidad, evaluación, y por supuesto la salida y revocación de la plaza en los casos manifiestos de incompetencia o abuso de la misma. El empleo público es vital siempre y cuando sea útil, se adapte a las necesidades de cada momento y realice a la persona que lo desarrolle. Lo que no puede ser es un pozo de abusos e inoperatividad, una especie de red de protección en forma de sueldo para toda la vida que ni gusta a quien lo realiza ni es útil para la sociedad. 
  10. El trabajo tiene que ser útil y gratificante para el individuo. Debe estar basado en un modelo de crecimiento sostenible y no en un modelo hiperproductivo que solo piense en el consumismo, o lo que es lo mismo en en el enriquecimiento de quien lo desarrolla o lo financia. La labor del Estado en este punto debe ser doble, debe impulsar la realización de la persona ayudando a desarrollarse pero velando porque dicha labor es siempre útil y no especulativa. Dicho con otras palabras, hay que garantizar la libertad del individuo para que pueda elegir en lo que quiere trabajar pero asegurando que dicho trabajo no es perjudicial para nadie. Por poner un ejemplo hay que impedir la esclavización de personas en empresas privadas de gran prestigio que producen muy lejos de sus países en condiciones muy cuestionables.
  11. Acabar con los poderes autónomos que se autoregulan al margen de leyes universales. Acabar con los conceptos nacionalistas que solo esconden los egos de lobos-sátrapas escondidos en pieles de corderos-líderes, empezando por el propio nacionalismo de las naciones existentes. Todo representante público es un servidor de todos los ciudadanos (no solo de una parte) y sus obligaciones deben estar basadas en el respeto a una justicia universal y en el servicio a quien está representando.
  12. El estado debe cambiar el sistema educativo, para convertirlo en un modelo cooperativo y no competitivo. Debe educar en valores y no en conocimientos. Debe fomentar el pensamiento crítico, la creatividad, la participación, la expresión propia y no la uniformidad, el aborregamiento, el sometimiento y el discurso único. Debe estar basado en clases magistrales y no en libros aburridos. Debe estar basado en juegos participativos y no en horas interminables de escucha pasiva. La educación, como la justicia, o la seguridad tiene que ser coparticipada por todos y no dejada en manos de unos pocos.
  13. El estado debe fomentar y apoyar a los emprendedores y en general a cualquier trabajador. El estado debe apoyar a la empresa privada velando únicamente porque esta cumpla con las condiciones descritas en los puntos anteriores. En la actualidad existen empresas privadas muy innovadoras en todo tipo de aspectos (recursos humanos, retribución, desarrollo personal, conciliación), lo que pasa es que todavía son una excepción, un grano de arena en el desierto.
  14. El estado debe acabar con los modelos no transparentes.
  15. El estado debe denunciar y acabar con la usura en los mercados de deuda, mercados que funcionan en muchos casos a nivel internacional, y que por tanto requieren el esfuerzo conjunto de todos los países.
  16. El estado debe vigilar y regular la política retributiva y de "responsabilidades" del sistema capitalista. Acabar con un sistema donde el poder lo ejercen unos pocos, que argumentando que asumen toda la responsabilidad (irresponsabilidad manifiesta en muchos casos) se autoasignan un porcentaje escandaloso de los beneficios (en algunos casos sin que siquiera existan beneficios). Esto solo lleva a los resultados que hemos estado viendo en los últimos años: quiebras de enormes empresas, manipulación de la contabilidad, sobrevaloraciones inventadas, burbujas, productos financieros engañosos (más cercanos a la ruleta o al bingo que a algo que tenga una mínima correlación con el resultado de una empresa o un mercado), engaño a los accionistas y trabajadores, etc.
Esta es mi lista, mi humilde lista. Mi único deseo al sugerirla es que al menos alguna de las ideas pueda inspirar y contagiar a otros que, como yo, también deseen un mundo mejor. Y que sea con las propuestas definitivas de todos, seguramente muchas de ellas mucho más innovadoras y ambiciosas que cualquiera de estas, con las que se forme la gran ola de cambio que tanto requiere nuestro mundo. Ojalá sea así. El tiempo lo dirá.



JAJ (Feb 2015)






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