Vivir como un pájaro

Fotografía obtenida en internet (desconozco la autoría)


Muy alto
Allá arriba
Tictaqueando contigo, corazón.

Anidar en tus brazos.
Rodearte
Vestirte con mi desnudez.

Inspirar(me)
Subir, bajar
Beber tu respiración
Y, luego, dejarse llevar...


Volar. Solo volar.

J.A.J. (2013)



Hace unos días encontré un artículo sobre casas construidas en los árboles. Iba de viaje y lo leí en una estación de servicio en la que suelo parar a hojear revistas. Nunca tomo nada pero aquel sitio lleno de revistas me resulta inevitable. (Hoy mi amigo Jeff me decía que de niño abrió un libro cuando la persona que lo acompañaba se agachó a atarse los zapatos.Yo lo miré con la mayor de las envidias pues aquel gesto extraordinario estaba solo al alcance de lectores como Ulises Lima, el poeta cuyos libros estaban completamente apelmazados y arrugados pues no dejaba de leerlos ni siquiera cuando se duchaba).

Al leer aquel artículo, en seguida me vinieron a la cabeza dos instantáneas que guardo con pasión en mi perecedera memoria. La primera es un libro, La casa del árbol hueco, o mejor dicho las imágenes que se formaron en mi cabeza cuando leí aquel libro, uno de los primeros de mi niñez.

La historia era muy simple, apenas la recuerdo. Solo me queda aquella imagen de la cabaña que unos niños habían construido en el interior del tronco agujereado de un árbol.

La segunda es una historia real, sorprendente hasta los límites. La leí un domingo, hace varios años, en una revista de un periódico nacional. Una joven americana llamada Julia Butterfly vivió dos años seguidos en lo alto de una secuoya para protestar e impedir la tala completa de los árboles de aquel bosque. Aquel gesto heroico me conmovió. El amor del hombre y la naturaleza. Los gritos del silencio, el silencio cómplice de una muchacha y un árbol que consiguieron acallar los rugidos de las sierras, los tambores de la muerte y la desolación.

Ella entendió mejor que nadie el maravilloso mensaje que más de un siglo antes nos dejó para siempre el jefe indio Seattle, en respuesta a la decisión del gobierno de hacerse con las tierras de las tribus americanas.

Desde aquí, quiero confesar mi admiración por ambas personas y también la extraña pasión que siempre he sentido por la posibilidad de vivir encima de un árbol. Por eso, me maravillaron las imágenes de casas como esta, diseñada por Akihisa Masuda. La comparto con todos vosotros.


Obra de Akihisa Masuda


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